El gas de síntesis («gas de síntesis»), una mezcla gaseosa compuesta principalmente de H2 y CO, se produce mediante el reformado a vapor o la oxidación parcial de materias primas de hidrocarburos o una combinación de ambos procesos (reformado en tándem). El gas de síntesis se utiliza en la producción de una variedad de productos químicos y energéticos que incluyen, entre otros, metanol, amoníaco, combustible sintético (productos Fischer-Tropsch), electricidad, fabricación de acero, gas natural sintético (SNG) e hidrógeno. La relación H2/CO necesaria para la generación posterior de productos es ajustable con modificaciones operativas y procesos de cambio de gas adicionales.
En general, los hidrocarburos gaseosos y de aceite ligero se convierten en gas de síntesis mediante reformado catalítico de vapor o oxidación parcial. El petróleo más pesado y las materias primas sólidas, como los subproductos de refinería (petróleo residual, asfalteno y coque de petróleo) y el carbón, se convierten en gas de síntesis a través de reacciones de gasificación en un entorno reductor. Generalmente, el gas de síntesis a base de aceite/sólido contiene compuestos no deseados como sulfuro de hidrógeno, cianuros y amoníaco. Los procesos posteriores se utilizan para eliminar los compuestos no deseados y ajustar la relación H2/CO a la cantidad deseada. Estas reacciones de desplazamiento de agua y gas, tecnologías de eliminación de gases ácidos como RECTISOL® o diseños a base de aminas, adsorción por oscilación de presión y separación de membranas se pueden emplear según sea necesario.