Los videojuegos no conducen a la violencia o la agresión, según un nuevo análisis de datos recopilados de más de 21.000 jóvenes de todo el mundo.
Los investigadores, dirigidos por Aaron Drummond de la Universidad de Massey de Nueva Zelanda, reexaminaron 28 estudios de años anteriores que analizaron la relación entre el comportamiento agresivo y los videojuegos, un método conocido como meta-análisis.
El nuevo informe, publicado en la revista Royal Society Open Science el miércoles, encontró que, cuando se agrupan, los estudios mostraron una correlación positiva estadísticamente significativa pero minúscula entre el juego y la agresión, por debajo del umbral requerido para contar incluso como un «efecto pequeño».
«Por lo tanto, la investigación actual no puede apoyar la hipótesis de que los videojuegos violentos tengan un impacto predictivo significativo a largo plazo en la agresión juvenil», dijo el informe.
Entre ellos, los diversos estudios incluidos en la investigación databan de 2008 y habían reportado una serie de efectos, incluida una pequeña correlación positiva entre la violencia y el uso de videojuegos en alrededor de una cuarta parte de ellos y ninguna conclusión general en la mayoría del resto, con un estudio de 2011 que encontró una correlación negativa.
Un argumento común para un efecto negativo de los juegos es que los pequeños daños pueden acumularse con el tiempo: si un jugador termina cada juego un poco más agresivo, a largo plazo, eso podría sumar un cambio significativo en el temperamento. Pero el estudio no encuentra evidencia de tal acumulación, y de hecho encuentra evidencia que apunta en la dirección opuesta.
Los estudios encuentran consistentemente que los «impactos a largo plazo de los juegos violentos en la agresión juvenil son casi cero», escriben.
«Hacemos un llamamiento tanto a académicos individuales como a gremios profesionales como la American Psychological Association para que sean más abiertos sobre la relación extremadamente pequeña observada en estudios longitudinales entre juegos violentos y agresión juvenil», concluyen los autores.
Si bien ese vínculo puede ser delgado, otros estudios han demostrado efectos interesantes en el comportamiento emocional más amplio. Una investigación de la Universidad de Nueva Gales del Sur en 2018, por ejemplo, encontró que las personas que jugaban con frecuencia a videojuegos violentos se distraían menos con imágenes violentas en otros contextos, un fenómeno que el autor del estudio llamó «ceguera inducida por emociones».
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