Cuenta un antiguo rumor que nuestra bandera habría ganado un concurso internacional a la más bonita del mundo (nuestro himno nacional habría salido segundo, detrás de, cómo no, la Marsellesa). Chile, el país más largo y angosto, excepcional en el contexto latinoamericano, con el desierto más árido y la mina a tajo abierto más grande, dos premios Nobel de literatura y nuestra propia reina de belleza, los ingleses de Latinoamérica, miembros de la OCDE, con los mejores completos y empanadas, los bicampeones de América.
¿Somos chovinistas o es que los ciudadanos de todos los países se emocionan de igual manera con los logros nacionales? La encuesta de ISSP sobre identidad nacional, implementada el año 2003 en 36 países, nos ofrece algunas luces.
Entonces, el 46% de los chilenos estaba de acuerdo con que «el mundo sería un mejor lugar si las personas de otros países fueran más parecidas a los chilenos», es decir, casi la mitad de la población veía en el carácter chileno algo digno de exportación masiva. No es poco. En este indicador nos superan solo cinco países (Sudáfrica, Canadá, Filipinas, Austria y Venezuela) y estamos muy por encima de algunos reinos de la seguridad social (Noruega y Suecia, en torno al 20%), de la economía más grande del mundo (Estados Unidos, con 42%) y de los originadores de las revoluciones francesa e industrial, que abrieron paso a la era moderna (Francia y Reino Unido: 18 y 31%, respectivamente).
En tanto, el 63% de los chilenos creía que las personas deberían apoyar a su país aun cuando este estuviera equivocado, solo superado por Hungría (64%) y Venezuela (77%). En países como Holanda o Suecia, solo el 14% estaba de acuerdo con esta afirmación. Por último, llama la atención que el 73% de los chilenos decía estar muy o algo orgulloso de nuestros logros científicos y tecnológicos, mientras que el 59% lo estaba de nuestra influencia política en el mundo, similar a Gran Bretaña y por encima de Japón (35%), Rusia (36%) y Alemania (55%).
Estos datos son de 2003 y, lamentablemente, no tenemos datos de ISSP más recientes. Los últimos años han sido, al menos entre las élites, años de revisionismo de nuestra historia, en especial desde octubre pasado. Revisionismo al compás de estatuas que se derriban en el mundo. Al menos en 2018, según la Encuesta Bicentenario, el 75% estaba orgulloso de la historia de Chile, algo menos que en 2006 (82%), pero más que en 2015 (71%); es decir, no parece haber una tendencia clara. Está por verse si ahora consideraremos que el mundo no sería tanto mejor si su gente fuera más parecida a nosotros, o si creeremos en menor medida que hay que apoyar al país aun cuando esté equivocado. Está por verse si nuestra bandera seguirá siendo la más bonita.
Loreto Cox