Las percepciones importan en el lugar de trabajo más de lo que deberían y esto no se detiene después de obtener el trabajo.
A menudo es a través de impresiones breves y sesgadas que se evalúa su credibilidad y potencial de liderazgo. La hora en que se presentó en una reunión, la pregunta que hizo al final de una conferencia telefónica, con quién habló en el pasillo, la forma en que solicitó información sobre un proyecto: este tipo de pequeños momentos pueden desempeñar un papel importante en la determinación de su trayectoria.
Es por eso que la falsa humildad puede ser tan perjudicial para tu carrera. Cuando desvías u ocultas tus fortalezas y minimizas tus habilidades, puede ahorrarte el protagonismo, pero pierdes la oportunidad de posicionarte como listo y calificado para nuevas oportunidades durante los momentos que más importan.
En cambio, poseer humildad real es la clave para encarnar la confianza y dar forma a su reputación como líder. Un humilde que no debe rehuir de compartir sus opiniones y buscar ser conocido por la pasión que aporta a su trabajo.
Si la falsa humildad te hace esconder tus talentos, esto es lo que debes hacer para comenzar a poseerlos y obtener el reconocimiento que mereces.
Redefinir la humildad
¿Por qué muchos de nosotros optamos por una versión de humildad que es mansa, silenciosa o deferente? Es probable que evite parecer arrogante, egocéntrico o dominante, todos temas que son especialmente sensibles para las mujeres y las personas de color, pero relevantes para cualquiera. Es posible que, sin saberlo, se haya escondido detrás de una falsa humildad para evitar ser marcado con un estereotipo injusto.
La verdadera humildad controla tu ego lo suficiente como para cultivar la empatía y reconocer la igualdad de los demás. Te empuja a respetar y valorar a todos los que te rodean, lo que debería llevarte a rechazar las rígidas jerarquías y las prácticas menos inclusivas que a veces aparecen en el lugar de trabajo.
Aunque probablemente le resulte fácil valorar las aportaciones del personal más joven y esté ansioso por aprender de ellos, cuando está anclado en la humildad, sabe que tiene aportaciones igualmente importantes para dar a sus compañeros más veteranos, a su jefe y a clientes influyentes.
La humildad debe empoderarte para liderar y asesorar en todos los niveles. Así es como se gana una reputación de estar seguro de sí mismo y de colaborar.
Compartir experiencia
Sí, es cierto que cuando eres humilde no haces alarde de tu poder, intentas robar el espectáculo en cada reunión o ignoras las opiniones disidentes. Pero hay más en la humildad que no tener que ser el centro de la atención.
La humildad debe liberarte para ser un líder de pensamiento y consejero en el trabajo en tu área de especialización, independientemente de la antigüedad o el título que tengas. Si se presenta todos los días y hace su trabajo, sabe cosas a través de la experiencia de las que otros en la empresa pueden beneficiarse.
Comience a ofrecer conocimiento histórico, tendencias que ha observado y sugerencias reflexivas para hacer las cosas de manera más eficiente. Esto ayudará a sus colegas (junior y senior por igual) a alcanzar los objetivos empresariales compartidos.
La mejor manera de conseguir una reputación de ser valioso es entrar en el juego y ayudar agresivamente a cumplir los objetivos. No uses un falso sentido de humildad como excusa para jugar pequeño en tu carrera.
Valore su tiempo
Uno de los rasgos más comunes de la falsa humildad es sobrevalorar el tiempo de los demás mientras subvalora el suyo propio. Si te preocupas por perder el tiempo en una reunión o te sientes tímido por dejar de lado a un colega de alto nivel, puede ser porque crees que su tiempo es más importante que el tuyo.
Estos actos refuerzan la idea de que algunas personas son más valiosas que otras, lo cual es simplemente falso. Todos tienen diferentes trabajos que hacer, con diferentes responsabilidades y, seamos honestos, diferentes niveles de compensación, pero su papel en la empresa es necesario y tiene derecho a obtener el tiempo que necesite de otros para hacerlo bien.
Cuando haces peticiones de tiempo de puntillas o nunca las haces en absoluto, no resulta humildad, sino falta de iniciativa, presencia de liderazgo y compromiso.