‘ El Maestro permite que las cosas sucedan.Ella da forma a los eventos a medida que vienen.Ella se aparta del camino y deja que el Tao hable por sí mismo.’
~Laozi
De Leo Babauta
Cuando crees que controlas algo, te equivocas.
Es increíble con qué frecuencia pensamos que tenemos el control de algo cuando realmente no lo tenemos.
El control es una ilusión, como he dicho muchas veces antes.
Constantemente hacemos planes que en realidad nunca resultan de la manera que imaginamos. «Si quieres hacer reír a Dios, haz un plan», dice un viejo refrán.
Hemos sido entrenados para establecer metas, y luego trabajar en las acciones que conducen a esas metas?y, sin embargo, ¿con qué frecuencia fracasan esas metas? ¿Con qué frecuencia tratamos de controlar un futuro que no podemos predecir?
¿Sabías hace cinco años que el mundo saldría como ha salido — que Obama sería presidente, que los mercados de valores se habrían derrumbado, que estaríamos en una recesión profunda, que se producirían terremotos y tsunamis, que estarías haciendo exactamente lo que estás haciendo hoy?
por supuesto que no. No conocemos el futuro, mucho menos lo controlamos. Nos gusta pensar que sí, pero eso nunca resulta ser cierto.
Y, sin embargo, seguimos creyendo en la ilusión del control. Nos enfrentamos a un mundo caótico y complejo, y tratamos de controlarlo como podemos.
Nuestros intentos de controlar el mundo se pueden ver a través de:
- Tratando de controlar cómo resultan nuestros hijos, como si pudiéramos moldearlos como bloques de arcilla, como si los humanos no fueran más complejos de lo que podemos entender.
- Seguimiento de cada pequeña cosa, desde el gasto hasta el ejercicio, lo que comemos, las tareas que hacemos, cuántos visitantes hay en nuestro sitio, cuántos pasos hemos dado hoy y cuántos kilómetros hemos recorrido. Como si nuestro seguimiento selectivo pudiera incluir los muchos y complejos factores que influyen en los resultados.
- Tratando de controlar a los empleados: una vez más, seres humanos complejos con muchas motivaciones, caprichos y hábitos que no entendemos.
- Planificar obsesivamente proyectos, viajes, días, fiestas, como si los resultados de los eventos fueran cosas que podemos controlar con nuestros poderes de manipulación del mundo.
Si podemos dejar de lado esta ilusión, ¿qué nos queda? ¿Cómo podemos vivir en medio de este caos?
Considere el pescado. Un pez nada en un mar caótico que no puede controlar, al igual que todos nosotros. El pez, a diferencia de nosotros, no tiene la ilusión de que controla el mar u otros peces en el mar. El pez ni siquiera trata de controlar dónde termina, simplemente nada, ya sea siguiendo el flujo o lidiando con el flujo a medida que viene. Come, se esconde y se aparea, pero no trata de controlar nada.
No somos mejores que ese pez, sin embargo, nuestro pensamiento crea la necesidad de una ilusión.
Deja ir ese pensamiento. Aprende a ser el pez.
Cuando estamos en medio del caos, dejemos de lado la necesidad de controlarlo. Estar inundado de ella, experimentarla en ese momento, tratar de no controlar el resultado, sino lidiar con el flujo como viene.
¿Cómo vivimos nuestras vidas así? Es una forma de vida completamente diferente, una vez que dejamos de lado la ilusión:
- Dejamos de fijarnos metas y en su lugar hacemos lo que nos emociona.
- Dejamos de planificar y simplemente lo hacemos.
- Dejamos de mirar al futuro y vivimos el momento.
- Dejamos de intentar controlar a los demás y nos centramos en ser amables con ellos.
- Aprendemos que confiar en nuestros valores es más importante para tomar medidas que desear y luchar por ciertos resultados.
- Tomamos cada paso a la ligera, con equilibrio, en el momento, guiados por esos valores y lo que nos apasiona rather en lugar de intentar planificar los próximos 1000 pasos y dónde terminaremos.
- Aprendemos a aceptar el mundo tal como es, en lugar de estar molestos con él, estresados por él, enojados con él, desesperados por él o tratando de convertirlo en lo que queremos que sea.
- Nunca nos decepciona cómo resultan las cosas, porque nunca esperábamos nada, solo aceptamos lo que viene.
Esto puede parecer una forma de vida pasiva para algunos, y va en contra de nuestra naturaleza cultural agresiva, productiva y orientada a objetivos. Si no puedes aceptar esta forma de vida, está bien: muchas personas viven sus vidas con la ilusión de control, y no darse cuenta de lo que los hace infelices o frustrados no es lo peor de la historia.
Pero si puedes aprender a vivir de esta manera’s es la cosa más liberadora del mundo.